Es la primera vez, luego de 14 años, que el director , Jafar Panahi, puede salir de su país, y presentar su película en Cannes luego de ser juzgado por difundir supuestamente propaganda opositora al régimen, como ha pasado con otros directores iraníes.

Es en ese contexto que presenta la película ganadora de la Competencia Oficial del festival, “It was an Accident”, un dilema moral de cinco disidentes que se encuentran con su torturador pasado. Pero, ¿Cómo llegaron a encontrarlo?, esa es la claustrofóbica historia que relata el director en casi dos horas de filme.
Esta narración no está basada en la ficción, son tintes de lo que le pasó al director y que quiso rescatar en esta película, que se vuelve un testigo de lo acontecido.
El realizador, fue capturado como disidente, aislado y cegado mediante un vendaje que no le permitía entender dónde estába, ni qué día era, el único momento que salía de ese confinamiento era para ser entrevistado y torturado para sacarle información. En la privación y la alienación de la mayoría de sus sentidos, fue el oído el que el director más desarrolló en su cautiverio.
Y el sonido en el filme se vuelve un protagonista más y es el encargado de llevar, tanto a los personajes como al espectador ,a un sentimiento perturbador de desamparo.
Un Simple Accidente
Una familia, conformada por una pareja y su pequeña hija, atropella un perro en la mitad de la noche. Para reparar su auto, se dirigen a la vulcanización más cercana. Es ahí donde su destino y el de sus oprimidos cambiaría para siempre.
Vahid, interpretado por un brillante Ebrahim Azizi -uno de los pocos actores profesionales de un reparto extraordinario- se encuentra trabajando en el lugar cuando un peculiar sonido toma su mente y su físico, inmóvil nos da a entender que recuerdos se apoderan de su presente y podemos ver cómo reacciona su memoria corporal . El sonido de una cojera, perturba su quehacer y empieza a motivar al protagonista a seguir a aquel hombre que pasó al lugar, por un simple accidente.
Desde ahí, todo va en escalada en el film. Como espectadores no sabemos porqué este hombre lo persigue y finalmente, entre mucha tragicomedia, lo secuestra para encararle que fue su torturador en épocas de prisión por disidencia. Pero el protagonista necesita estar seguro de que es él, y al no poder comprobarlo, crea una bola de nieve de personajes que se van uniendo a su objetivo desatando la venganza contenida que habían guardado todos.
Cinco son los disidentes que se embarcan en este camino de afirmar que realmente fue su agresor. Una fotógrafa de bodas (Maryam Afshari), una novia (Hadis Pakbaten), el novio (Majid Panahi) y Hamid, un carpintero, interpretado por Mohamad Ali Elyasmerhr, se unen a Vahid en este desenfrenada y frenética búsqueda de justicia por sus propias manos contra el denominado “Pig Leg”.
Si crees que con esto te spoileamos la película, estamos lejos de hacerlo, porque es en los detalles que va dando el director, el surrealismo del viaje, las relaciones que se van formando y el dilema moral de los protagonistas, que Panahi nos regala también una visión de todo lo que pasa en su país. En su mundo, las mujeres no usan Hijab, tienen el mismo derecho de los hombres y son personajes fuertes que son esenciales para el desenlace. El realizador, mixtura las terribles experiencias pasadas, con un futuro que muestra sutilmente en sus diálogos y reflexiones, esperanza, causando que el espectador no solo viva lo que recorre con él, sino también entienda un poco más de su visión de país.
La película, utiliza en ocasiones la comedia para balancear un atrapante thriller que cuestiona lo moral, que visibiliza la impunidad y que demuestra que las procesiones más duras se llevan por dentro. Además, que el estrés post traumático de la mayoría de quienes han sido sometidos a situaciones anti-humanas de esa naturaleza puede ser activado con el más pequeño detalle causando la vivencia reiterada de lo ocurrido y provocando un espiral de venganza.
“A Simple Accident”: venganza con humor negro
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