Los Oscar 2025 más allá de la reivindicación del cine independiente

Grandes producciones fueron estrenadas este año, pero también y luego de una pandemia y múltiples huelgas, los festivales de cine volvieron a llenarse de críticos y aficionados que tuvieron acceso a un gran número de películas que habían sido impactadas o desfasadas por ello.

Cineastas primerizos o con su segunda película llegaban a grandes festivales, y aún más importante, quienes las asistían reconocían ese sello único que hace el cine de narración potente de poco presupuesto.

Así en Cannes, vimos “Anora”, “La Sustancia”, “The Seed of the Sacred Fig”, desde Berlín ya también venía “A Different Man”, de Sundance “A Real Pain” todas las anteriores ya ganadoras en su respectivo festival. Y a su paso, se fueron sumando más films de corte independiente por su bajo coste. Pero más allá de ello, las narrativas comenzaron a tomar fuerzas en el tejido social que cada vez se precarizaba más ante la incertidumbre del mundo actual, tendencias polarizadas que hacen que el cine no solo sea un instrumento para estar en un paréntesis de este contexto o, por el contrario, y como esperamos que resuene, se abra la posibilidad de mirar el arte como un catalizador para abrir los ojos frente a diferentes vivencias culturales más allá de la geografía.

Narrativas de todas partes del mundo

Así nos encontramos con una amistad inquebrantable entre dos mujeres Indias en un sistema que castiga a la mujer y coarta su libertad en “All We Imaine as Light” o en la misma línea, contado por un iraní pero bajo la mirada de tres mujeres “La Semilla del Fruto Sagrado” de Mohhamad Rasoulof y así pasaba con distintas películas que pasaron más desapercibidas incluso después de haber ganado un premio de la academia como “No Other Land” con un tema que se vive a diario en palestina.

De alguna manera, y también después de una reflexión postpandémica y de huelgas, se conectó con otro tipo de historias que van desde una comedia coral y en movimiento como “Anora” pero que entre sus capas revela la precariedad del rubro de las trabajadoras sexuales, la necesidad de cariño, la búsqueda de movilidad social y el trato estigmatizado del rubro entre otras cosas, o una pena ancestral que minimiza la individual en “A Real Pain”, pero que a su vez la cuestiona y nos lleva a dialogar sobre ella. “Gosthlight”, que no llegó a grandes circuitos de premios, solo a uno, pero que merece la pena mencionarse por hablar del duelo y de las segundas oportunidades, con grandes actuaciones de Dolly De Leon y Keith Kupferer y dirigida por Alex Thompson y Kelly O´Sullivan.

Coralie Fargeat y lo que nos enseñó este año es asombroso. No hay límites, incluso cuando su film sea una contestación a una producción de un entramado sociocultural que muestra las expectativas sistémicas que hay con el género y ella a través del terror que catalizo su rabia, estuvo como finalistas entre las diez mejores películas del año para la academia y se convirtió en la novena mujer en ser nominada a estos premios. Más allá de que esto suene irrisorio en términos de brechas y diferencias con sus colegas masculinos, es un hito gigantesco no solo para su carrera, si no también para la industria.

Y para terminar, y como no se ha cansado de decir Sean Baker en sus múltiples discursos como ganador, esperar que no solo sea un triunfo del cine independiente, también de los cines independientes, locales, de barrio, que se vieron afectados por la pandemias y donde “Todos nos enamoramos del cine”.

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